MÉTODO PARA LA MEMORIA

De la misma manera que un estudiante que se encuentra ante sus exámenes finales, o un profesional que necesite tener una mente en plena forma, podemos encontrar a personas de más edad que quieran preservar o mejorar sus capacidades mentales y, lo cierto, es que hay un sinfín de cosas que se pueden hacer al respecto.

Con la estimulación adecuada, el cerebro será capaz de crear nuevas rutas, alterar conexiones existentes, adaptarse y reaccionar de forma flexible.

Pero donde más ha demostrado el cerebro su increíble capacidad de renovarse es en el aprendizaje y la memoria.

Es posible potenciar la neuroplasticidad del cerebro para mejorar las habilidades cognitivas, adquirir nueva información y mejorar la memoria.

Numerosos estudios científicos han demostrado que el sueño es importante para el aprendizaje y la memoria, y que la actividad clave de consolidación de la memoria se produce durante las fases más profundas del sueño.

También son importantes las relaciones sociales ya que la interacción con los demás puede ser una manera muy eficaz de ejercitar el cerebro.

Cuidar la dieta alimenticia porque también somos lo que comemos.

Otro objetivo fundamental es tratar de eliminar el estrés, un fiero enemigo de la memoria, capaz de destruir neuronas y de dañar importantes zonas del cerebro implicadas en aprendizaje y en la recuperación de los recuerdos.

Para ello, es muy importante utilizar métodos que induzcan a la relajación, como puede ser la meditación, el yoga, terapias de grupo o técnicas de musicoterapia.
La memoria, al igual que los músculos, requieren entrenamiento. Cuanto más se entrene el cerebro mejor procesará y recuperará la información que se busca.

Los mejores ejercicios son aquellos que rompen la rutina forzando el desarrollo de nuevas rutas neurológicas. Conviene que lo que se haga cumpla tres condiciones básicas: que sea algo novedoso, que suponga un poco de esfuerzo y que resulte divertido o placentero.

Esta memoria puede procesar gran cantidad de información a la vez, aunque durante un tiempo muy breve. Dispone de una serie de almacenes de información provenientes de los distintos sentidos que prolongan la duración de la estimulación.

La música y la relajación constituyen una simbiosis perfecta, son estímulos que enriquecen los procesos sensoriales, cognitivos y motores, que fomentan la creatividad, la disposición al cambio y refuerzan la memoria. La música afecta a nuestro cerebro, pensamiento, espíritu y mente.

El compás, la tonalidad, la melodía, la armonía aluden a diferentes áreas del cerebro.

Todas ellas se conectan a complejas redes neurológicas.
La emoción musical intensa se relaciona con regiones cerebrales que participan en el proceso de recompensa, motivación : striatum ventral, amígdala, el cerebro medio y regiones del córtex frontal y con la liberación de dopamina, el neurotransmisor asociado a la regulación emocional, la alerta y el estado de ánimo

El ser humano va pasando en las etapas de crecimiento por determinados tipos de ondas cerebrales que marcan su desarrollo:

• Ondas delta: sueño profundo. De 0 a 2 años (1 a 3 Hz)
• Ondas theta: sueño profundo, meditación. De 2 a 6 años.(4 a7 Hz)
• Ondas alfa: estado de relajación. Sueño liviano. Meditación. Aparecen fundamentalmente en la edad adulta. Estados de relajación (8 a 12Hz)
• Ondas beta: estado vigilia. A partir de los 12 años. (13-30Hz)
• Ondas gamma: mayor actividad mental (40 a 100 Hz)

Las diferentes frecuencias de onda pueden favorecer determinados estados de ánimo, mejorar la atención, la capacidad de aprendizaje, la concentración, la memoria, la creatividad. La frecuencia de onda en la que se encuentra una persona será la expresión del funcionamiento químico y eléctrico de su sistema nervioso y marcará la relación con el exterior. Crecer con Confianza tiene como objetivo optimizar la frecuencia neurológica.

Bastará con escuchar una pieza diaria lo que supondrá una inversión de siete minutos. Si no fuera posible, se recomienda escuchar una pieza varias veces por semana.

Las demás, se podrá escuchar cómo se quiera. Dejarlo al capricho de la intuición será una opción interesante.

El córtex temporal almacena los recuerdos de nuestra infancia, el significado de las palabras se guarda en la región central del hemisferio derecho y los datos de aprendizaje en el córtex parieto-temporal.

Los lóbulos frontales se dedican a organizar la percepción y el pensamiento. Muchos de nuestros automatismos están almacenados en el cerebelo.La memoria suele trabajar básicamente con tres procesos fundamentales:

• La codificación o procesamiento de la información recibida
• El almacenamiento, es decir, crear un archivo para la información codificada.
• La recuperación y así poder disponer de la información almacenada en cualquier momento.

La memoria a corto plazo dura unos minutos, mientras que la memoria a largo plazo puede durar muchos días o periodos más largos. Los experimentos sobre el comportamiento sugieren que hay una transformación gradual de la memoria a corto plazo en memoria a largo plazo y que, además, esa transformación se logra mediante la repetición. «Con la repetición se consigue la perfección» ( Kandel, En busca de la memoria).

Los sentidos captan los datos del exterior. Luego el cerebro los somete a un sistema de procesamiento superior (córtex) y los reduce a puntos de conjunción convergentes de la propia experiencia. Más tarde al evocar un recuerdo, el sistema recupera el punto de conjunción guardado, lo reproduce y lo reconstruye desde el presente. Al reconstruirlo, lo hace divergente, implicando de nuevo los mismos sentidos que se implicaron en el recuerdo. Como la evocación no es fiel a la realidad sino que se modifica desde la perspectiva de quien genera el recuerdo, cabe pensar que sea posible optimizar dicho recuerdo.

Disponemos de dos formas de memoria a largo plazo, la explícita y la implícita.

La explícita requiere la evocación consciente de hechos, datos o eventos, puede ser verbal y contextual implicando zonas como el hipocampo y el lóbulo temporal medial.

La memoria implícita se relaciona de forma no consciente y automática con habilidades motoras, perceptuales, emocionales y no verbales y se gestiona en la amígdala, el cerebelo, o en las rutas reflejos (montar en bici, conducir, etc.)

La mente consciente procesa 40 de estímulos por segundo, la mente no consciente procesa 20 millones de estímulos por segundo (Norretranders, 1998).

Es decir, que la mente no consciente percibe el entorno y reacciona de forma inmediata con un comportamiento previamente adquirido y sin ayuda de la mente consciente.

La evocación de un suceso activará necesariamente los mismos sentidos que en su día se involucraron al fijar el recuerdo. Muchas veces al evocarlo conscientemente nos daremos cuenta de que esas emociones recordadas pertenecen al pasado y, en caso de que sean dolorosas, aunque se recuerden los hechos, no será necesario reproducir el dolor sentido porque ya se ha superado, se comprende mejor y se acepta. Sin embargo, a veces puede ser que el dolor no desaparezca del recuerdo aunque haya una buena comprensión de la situación. En ese caso, puede que la situación dolorosa se conecte con otra parecida ocurrida, por ejemplo, en la infancia, que se nos haya pasado desapercibida o no seamos conscientes de ella, pero que produzca la misma resonancia.

Los recuerdos que muchas veces nos disparan las emociones, el dolor, la alegría, en realidad nos proporcionan mucha información de nosotros mismos que deberemos saber aprovechar.